No hay niños difíciles, lo difícil es ser niño en un mundo de gente cansada, ocupada, sin paciencia

Es difícil, ser mamá es difícil y cansador, mientras que los niños parecen tener toda la energía del mundo.

El otro día leía una frase que dice así: “No hay niños difíciles, lo difícil es ser niño en un mundo de gente cansada, ocupada, sin paciencia y con prisa”.

Y pensé en todas las veces que he querido que mi hijos se queden en silencio al menos 3 minutos, que se queden acostados un rato más por las mañanas para yo poder descansar o que coman tranquilos sin tirar todo al piso para yo al menos darle una mordida a mi plato.

Exigimos demasiado a nuestros niños para no tener los pelos de punta, pero qué tanto se trata de ellos y qué tanto es nuestra mínima paciencia.

Siempre me dicen que tenga mucha paciencia porque mi hijo está entrando a la etapa de los terribles 2, y apenas con unos cuantos berrinches a las 3 de la mañana en donde no hay nada que la calme del llanto y los gritos, pienso ¿cuánta paciencia más necesitaré?

La vida hoy tiene un ritmo distinto a como nos tocó hace años. Hoy la mayoría de los papás trabajan mientras los niños se la pasan en actividades extra curriculares, estamos agotados la mayor parte del tiempo entre la casa, el trabajo, el tráfico y los niños.

Queremos salir corriendo todo el tiempo y difícilmente tenemos momentos para nosotros sin el caos diario de la vida. Con ese ritmo jamás nos detendremos a satisfacer lo que nuestros hijos nos piden en forma de berrinche.

Exigimos paz y tranquilidad mientras nuestra mente no deja de revolucionar, queremos silencio pero nuestros pensamientos nos atacan como si fueran altavoces, queremos tiempos fuera pero nosotros no nos los tomamos.

Necesitamos estar tranquilos para tranquilizar, y estar en paz para dar paz.

Si somos caos nuestros hijos estarán en un torbellino.

Y ellos no tienen la culpa, ellos solo quiere saltar, cantar y gritar, explorar el mundo y conocer sus límites.

Entonces, sí, es difícil para ellos vivir en un mundo donde los adultos apenas somos bondadosos con nosotros y en la medida en la que lo hagamos con nosotros mismos podremos darlo y enseñarles a ellos, ellos que tanto lo necesitan porque un día serán también padres.

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